Página dedicada a mi madre, julio de 2020

Piel de alma

Versión febrero-abril de 2022

A A.G., a M.C., a M.S. y a D.V., filósofos.

NOTA INICIAL: Catherine Pozzi (1882-1934) no logró terminar este libro, aunque trabajó en él durante los últimos veinte años de su vida; se publicó en 1935, Éditions R. A. Corrêa, y en 1990, Éditions La Différence. El título con el que se refiere a él en su Journal es De libertate, pero finalmente adopta el título actual, que remite al de un cuento de Charles Perrault: Peau d´âne.

Algunos de sus poemas se encuentran en edición bilingüe en Catherine Pozzi – Poemas. (eldigoras.com)

* En algunos párrafos del prólogo, se ha optado por sustituir el VOUS del original (destinatario primero del texto) por la primera persona plural, dado que la tercera persona singular creaba ciertos equívocos.

*  Mi agradecimiento a M.C.O.L que amablemente ha respondido a todas las dudas que le he planteado sobre el original.

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«Y en fin, el idealismo mágico…»
NOVALIS

PREFACIO

He escrito este libro para todos,
sabiendo que nadie lo leería.
Esto explica su lenguaje
y su tema.

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PRÓLOGO

«¡Pasen, pasen, en el nombre de todos!»
JULES ROMAINS

¿Quién escribe esto?, no es nadie. El que tiende a no ser nadie; del mismo modo usted tiende a ello, obsesionado, sin embargo, por un aspecto adherido a un nombre, pues al final de todo no es al superhombre al que quiere la vida, sino al yo-no-me quiero. ¡Qué hermosura este ángel sin rostro!

No obstante, Persona, fracción aproximada, en vano se retira, diferencia tras diferencia, complacencia tras complacencia, error exquisito tras orgullo, en vano arroja sus fotografías, en vano borra su nombre por la inicial y ahoga el estilo de las palabras del altavoz: aún habla alguien.

¡Haga que Persona no sea nadie! ¡Saque de sí mismo todos esos discursos!

Si usted es un joven, Persona es un estudiante; si es un adulto acomodado, Persona es un acomodado mejor que comparte; si es una joven, Persona es una bailarina que hace que baile el secreto del mundo, eso se hace mucho. Si no es acomodado, Persona es un desesperado. Si es una mujer, Persona, con las manos blancas de la física y las manos negras de la química, le ha buscado el amor.

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«Pero el más sabio de entre vosotros no es más que algo discordante, un híbrido hecho de una planta y de un fantasma.»
NIETZSCHE

Usted está lleno de propósitos para hacer que florezca el Futuro, y que este se extienda y cubra la tierra, y el futuro sería usted, y usted, más alto: el manual lo escribe, se sube. El superhombre está en todos los campos, está al final del hilo o al final de la película que se despliega hacia él, es el sentimiento de la conciencia, pues entre la edad media y esta edad ha cambiado el extremo del Paraíso.

Quizás este juego fatal se repita. ¿Dónde están los hombres?, todo el mundo desciende.

«… y, sin levantar las manos vanamente implorantes hacia un cielo vacío, seguiremos, a través de las Fuerzas indiferentes, hacia un Porvenir quizás igual al mayor de nuestros Sueños, un camino que aún nada parece tener que detener.»
JEAN PERRIN, Física

Todos animales.

No se trata de la parte de usted digestiva, de la que respira, excreta, se reproduce, circula: ni que decir tiene que ese es un perro, un buey, un gusano, un mono, un pollo, el resobrino del pez, el hijo del resobrino del molusco, ¡y viva el Progreso!, aprendemos que somos animales; el sabio padre jesuita lo acepta, en ello no hay ofensa: el progreso es un buen billete para usted, que solo tiene un sentido, que lleva a las vacaciones; el Progreso, viaje sin retorno. ¿Quién no acepta que salió de lejos?, ¿quién no se ha vanagloriado al verse despierto, bajo el sombrío sol del pasado, en esa cosa verde cuyo débil deseo contenía los siglos y su rostro? Entendámonos: no existe ni siquiera un hombre que crea que su raza pueda regresar a los helechos. Sin embargo, no es hoy cuando usted es humano: era ayer.

Era ayer cuando planteaba, como hacen los hombres, una pregunta que no sirve para nada.

Mañana, de ningún sistema nervioso abstraído del mundo un instante, ninguna voluntad dirigida en sentido contrario al todo surgirá para extrañarse de su existencia. Ya no hay más cuestión humana que la del recién nacido: aún es un grito. Pero no podemos equivocarnos en ello: ese grito contiene la pregunta.

«ALGO me hiere y me molesta, ¿qué es? – ¿con qué derecho ALGO me molesta, no es yo

Un escándalo está en el origen, llamado lo otro: «El Universo», para haber extraído la pregunta de lo Real de los vagidos que oye una nodriza; es a esas personas políticamente desinteresadas a las que es necesario, ay, abandonarles la función de Espíritu. Pero estas no tienen este lenguaje y, cuando el pequeño llora, nunca dicen, sin razón, que se trata de Mí y del Mundo.

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En alguna parte, en algunos lugares aún no alcanzados por el estrépito, los metafísicos continúan planteando bien la cuestión humana, preguntándose por «lo que es real» en términos convenientes, es decir, oscuros; y se encuentran, con menos pasión y un acento más débil que el recién nacido, frente a las dos mismas Existencias, una de las cuales molesta a la otra.

Pero el pinchazo del alfiler que se hundía en sus primeros pañales está lejos, y la existencia de Ese-que-no-es-yo se debilitó. Ya no es intelectualmente decente creer en ello; el-Otro-con-respecto-a-mí no está de moda entre los pensadores, el Universo ya no se lleva, se lleva el YO. Incluso el YO puro, el desnudo integral. El Universo sería una niñería, y las razones más serias harían que se dudara de su realidad.

Es así como uno de esos espíritus a los que reverenciamos leyendo este cuento casi en verso, le contestaba con mucha tristeza: «¡Pero, querido, se permite el universo!…»

Y el cuento habría tenido que comenzar así: Historia de la cuestión humana que ya no será planteada. –

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«La naturaleza copia al pintor.»
OSCAR WILDE

EL PRIMER ASALTO ES PARA YO

«Necesitamos lo real, aunque ya no existiera en el mundo»…

Pues bien, he aquí. Que el universo exista o no, no les interesa a los comerciantes de coches, pues siempre habrá bastantes universos para rodar por encima o para simularlo. Pero es muy importante para los pintores, hijo mío.

¡Y qué decir de los literatos! Sin universo, están solos; no pueden hablar legítimamente de nada, le-gí-ti-ma-men-te; da-dá.

Es necesario, pues, decidir lo antes posible acerca de la existencia del Universo, antes de comprar un Juan Gris que solo pinta YO, o leer a André Breton.

Esto es grave; no se escabulla, no se contente sin reflexionar; no mire el Universo sin razón, a pig in a poke.

Tarde o temprano habrá que tomar partido. No se deje vivir en un universo dudoso que acepta a medias.

Desgraciadamente, no cree que esto sea urgente, el Universo le parece ciertamente inatacable; no compra cuadros de Braque, de Gris, no lee a André Breton. Pero lee a Léon-Paul Fargue, lee a Joyce, y estos escriben palabras sin universo correspondiente, lo que se hará cada vez más: macarelas, pitalolas, palabras-YO; pero quién sabe qué obrero hace, quién sabe dónde los poemas de la Revolución en los que YO subsiste solo (incluso si es un YO-NOSOTROS).

El siglo XX es muy malo para el Universo.

En el XIX, en cambio, el Universo estaba allí un poco: gordo, del color de la manzana sólida, marino, monstruoso, feliz, la materia de Maupassant, la materia al modo de Zola. Coubert tampoco tenía dudas en cuanto a su existencia. Sin embargo, sin embargo, Baudelaire dudaba. Como crítico, tenía que dirigirse a los pintores, y era la época en que los pintores amenazaban con volverse inteligentes. (En el presente, todos lo son: esto es justamente lo que adelgaza el Mundo.)

Así pues, Baudelaire, estudiando a un pintor realista, lo caracterizaba con esta frase: «Quiero representar las cosas tal como son, o tal como serían, suponiendo que yo no existiera… el Universo sin hombre». Suponiendo que no existía en modo alguno, ese realista se ponía diligentemente a trabajar y pintaba lo que tenía ante sus ojos: el azul del cielo, los árboles verdes, pero se prohibía el dragón y la quimera, estos no eran «verdaderos». Aparte de tales invenciones artísticas, nada había cambiado, estábamos ante el mismo Universo – excluido el dragón.

¡Qué quimera!

También el poeta y crítico repetía al revés: «Para hablar con exactitud, en la naturaleza no hay ni línea ni color. Es el hombre quien crea la línea y el color. Son dos abstracciones que sacan su [misma] nobleza de un mismo origen.»

El término «abstracción» estaba lindamente mal elegido. Pero, gracias a la fisiología, era muy necesario reconocer desde antes de 1860 que las sensaciones no eran sucesos científicamente indiscutibles… Es así como Baudelaire, dudando a medias sobre el Universo, dejando aún que persistiera, le retiraba la línea y el color que el materialista siglo XIX, sin embargo, tenía la obligación de devolverle a su Opuesto, a la otra Existencia cada vez más exigente, a YO.

La historia de los asaltos de YO sobre todo el resto es una historia extraña: es muy simple bajo una falsa apariencia de complicación. YO solo se ha dado cuenta de que sus sentidos le engañaban, de que su testimonio no era excelente; ahora bien, al ser sus sentidos la única garantía de la existencia del mundo, YO rechaza al mundo como en una trampa que se tiende a sí mismo.

Ha ido tan lejos, que hoy está completamente desprovisto de universo.

Si este cuento fuera filosofía, pero ¡librémonos de ello!, es aquí donde los nombres de las personas sutiles se situarían, quienes, por el honor humano, planteaban asiduamente la cuestión que ya no se planteará.

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El rey Menandros, que se llamaba Milinda en la India, Protágoras, saltemos algunos siglos, Berkeley, el obispo inglés, tan molesto por su pregunta, que la escondió en un cuento sobre el alquitrán, Malebranche, que decía: «De la idea que tenemos de una cosa, no se sigue… que esta sea conforme a la idea que tenemos de ella» (él todavía no mataba la cosa, la volvía dudosa); Descartes (haga el saludo militar), que creaba a un YO-DIOS, y el Universo ya solo era una Extensión para su trasero; Kant (¡Oh!, un síncope a Maurras), que, el primero entre estos señores, escribió que nunca ningún sentido le presentaría a Yo el Universo.

Y en fin Husserl, que enseña ahora que «el objeto se constituye en el interior del ego», e Ivanov, que, en un rincón de una habitación de Rusia, escribe su ilustre carta a su amigo: «El mundo exterior es una ilusión o un sueño: evidentemente no existe.»

Esta vez, el Universo es absorbido.

Fuera cuento, fuera objetivo.

¡Cuidado!, abramos los ojos. Entre un siglo y otro, hay un juego de prestidigitación: nos han quitado el mundo, es necesario volver-a-tenerlo. Quizás no sea tan difícil.

Respiremos.

No habría Universo porque los sentidos son infieles: para ser sinceros, YO no cree en los testimonios indirectos. Dado que YO tiene un testimonio directo de sí mismo, porque YO piensa, y dado que no tiene necesidad más que de sí mismo para pensar, incluso si pensara que sueña, está tranquilo con respecto a su propia existencia.

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EL SEGUNDO ASALTO ES PARA EL MUNDO EXTERIOR

«Mis ideas me resisten.»
MALEBRANCHE

«Estoy convencido de que a las especulaciones más abstractas del análisis les corresponden unas realidades que existen fuera de nosotros.»
CHARLES HERMITE

La Idea, no soy dueño de ella,
Está en el hombre, en el aire
O en el éter,
La encuentro, la sirvo,
Ay, le dirijo plegarias
Y la pierdo.

Pero ¿YO piensa?

No es tan seguro. Lo que le da a YO un billete de vida, un tique de realidad, ¡entre!, ¡entre!, no es «pensar».

Pensar, quizás, no necesite a YO.

Este quizás es penetrante. Quizás piense como llueve; los inventores lo saben, pues ven su misma verdad descender a la vez sobre puntos distantes. Ahora bien, si piensa a través de YO como si lloviera sobre una esponja, YO no es totalmente existente, YO apenas se mantiene en pie.

No es el pensamiento, es el sentir lo que necesita a YO: y para sentir es necesario que sean dos, querido maestro. No se turbe, el otro quizás solo sea una mesa, o una piedra, o el primer pinchazo que se encuentra muy lejos de usted. El otro es el resto; es todo.

SIENTO-LUEGO-SOY

Rechaza la mesa, esa apariencia; rechaza la piedra, esa concepción; rechaza el mar y los montes. ¿Y luego? Se los devolvemos. Pero no dejaremos que nos quiten el Universo porque todo está vestido por los sentidos. ¡Qué desgracia! Llaman a esto «universo», a ese paseo literario; creen que dialogan sobre el mundo exterior.

Creen que solo ellos existen, pues no creen ya en sus ojos.

¡Ah!, si este cuento le aburre, si tiene otra cosa en la cabeza, sígala, se trata de todo, y todo lleva a usted.

Que la salida haya tenido lugar en la calle de La Boétie no hará que nos equivoquemos de objetivo; siga un poco si no quiere desaparecer y tenga cuidado con la pintura. – Precisamente son los pintores los que rechazan el Universo. Y ahora, un pequeño esfuerzo.

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«Es un largo camino el que Braque ha recorrido desde la etapa negativa del cubismo hasta su obra de madurez. A la proscripción de la realidad derribada le sucede ahora la creación poética de lo real.» ¡Que nadie salga! No se deje intimidar, Carl Einstein no ha tenido tiempo para dejarle su modesto texto, pero ahí está todo. Carl Einstein no es el físico, sino el crítico, que está tan lejos de la física como puede estarlo un filósofo.

He aquí la traducción para quienes no se preocupan por la filosofía.

El cubismo representa el estado de la pintura en el momento en que el testimonio de los sentidos comenzaba a ser generalmente rechazado, por tanto, allí donde YO sentía el derecho de «ver» el universo tal como quería.

Este universo que era la consecuencia, parece ser, de un falso testimonio, es la «realidad derribada» de la frase anterior.

Universo nada. El pintor Braque sustituye este universo falaz, nuestros árboles, nuestros montes, nuestra nariz en medio de nuestra cara, por la «creación poética de lo real», es decir, por su propio universo, completamente inventado. De ello se deriva, de ahí en adelante, que es YO quien hace el mundo, y YO no es el de los sentidos «mentirosos», sino el YO del espíritu, el fiel, el querido. Su mundo no tiene ninguna relación con los sentidos, aunque por una injusticia horrible sean los sentidos, a pesar de todo, los que reciben los cuadros de Braque en plena cara.

«Creación poética de lo real.» Nada de paisajes, evidentemente; nada de retratos; nada de cielos; esas ficciones pertenecían a la realidad derribada.

La realidad del espíritu es el ritmo; esta verdad que conocían los griegos y que no desdeñaban aplicar a la escultura ya no puede servir sino para trazar el arabesco que busca la naturaleza a la que YO le prohíbe que forme nada.

 

¿Ha notado en este asunto de la existencia o de la no-existencia del mundo la importancia concedida a los ojos? Espanta hasta qué punto pensamos por los ojos.

Es por los ojos por los que los hombres llegan al estado sentimental inaudito que llamamos «certeza». Por los ojos dudamos. A causa de los ojos no podemos ya ser cristianos: los fundamentos de la incredulidad no están en la razón, sino que están en las representaciones visuales de un pasado tan desplazado, que nos deja sin mirada.

(Convertirme no sería hacerme hablar como usted, padre mío, sino darme sus ojos; soy pez, soy marciano para ellos.)

Y ahora he aquí el Universo perdido por culpa de los ojos de esos señores. Pero seremos menos cándidos que ellos; el Universo no está fundado en la retina, querido. El Universo no es esta imagen que sirve para cualquier cosa.

No dejaremos que nos quiten el Universo porque veamos, en un ilusionismo del sentir, los emplazamientos mobiliarios o marinos, de lo artístico, de lo cotidiano, – llamamos «Universo» a otra cosa. ¿A qué? A lo que los sentidos ignoran y a lo que hace que sientan. Un no-man´s lans es el objeto de nuestro viaje.

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EL PSICÓLOGO APUESTA Y PIERDE

Siento, luego el Otro existe; ese algo exterior existe, verdad de verdad; el sentido común no tiene nada que cambiarle a la seguridad de los sentidos, en efecto somos dos, eso es lo importante, precisamente, he aquí al señor que está encargado de concluir la unión de YO y del resto. Es para el psicólogo para quien la composición de las dos Existencias – cuya discordia le ha sacado al recién nacido su primera lágrima – es el asunto de un instante.

Ahora bien, este cuento, que no ha sido escrito por Persona, es arrojado al futuro a través de los vientos, pues el tiempo ha acabado por encontrar a la vez a YO y a otro real, al íntimo y al extranjero. A pesar de que, en el irremediable dolor, sepamos que para YO resulta vano; que él nada alcanza, que no siente, que no es sobre él sobre el que brilla el cielo, no es quien respira la rosa, no es YO quien hace las gamas del placer con los ojos del sol.

Que el otro sea electrón, mesa u onda, si YO vive solo frente al otro, está tan lejos de sentir como un muerto.

Y he aquí el secreto del ser: sentir prueba YO y el Universo, pero YO solo no puede sentir.

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Sin embargo, el psicofisiólogo, a pesar del cuento y escarnio de la suerte, creía fabricar la sensación con el mundo exterior.

Cogía YO y el Objeto, – la Cobaya y el Hecho,- el Sujeto y el Estímulo.

El Objeto se correspondía con el Sujeto como la llave a la cerradura; el psicofisiólogo abría la puerta, y el Universo entra en nuestra casa.

 

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