XXVIII. A SÍ MISMO
Ahora descansarás por siempre,
Cansado corazón mío. Murió el engaño último
Que creí eterno. Murió. Bien siento
Que en nosotros han caído la esperanza
Y el deseo de los queridos engaños.
Descansa por siempre. Bastante
Palpitaste. No valen cosa alguna
Tus afanes, ni de suspiros es digna
La tierra. Amargura y tedio
Es la vida, nada más; y fango es el mundo.
Cálmate ya. Desespera
Por última vez. Al género nuestro, el hado
No donó que el morir. Ahora despréciate,
A ti, a la naturaleza, al mezquino
Poder que, escondido, para común daño impera,
Y a la infinita vanidad de todo.