XI. EL GORRIÓN SOLITARIO
Desde la cima de la torre antigua,
Gorrión solitario, hasta los campos
Cantando vas mientras no muere el día,
Y yerra la armonía por este valle.
La primavera en torno
Brilla en el aire y por los campos exulta,
Tanto que, al mirarla, el corazón se enternece.
Se oyen balar rebaños, mugir manadas;
Los otros pájaros, contentos, a porfía
Juntos por el cielo libre dan mil vueltas,
Festejando su mejor edad:
Tú, pensativo, aparte, todo lo miras;
Sin compañeros, sin vuelos:
Ajeno a la alegría, la diversión esquivas;
Cantas y así cruzas
Del año y de tu vida la flor más hermosa.
¡Ay de mí, cuánto se parece
A tu costumbre la mía! Solaz y risa,
Dulce familia de la edad temprana,
Y tú, hermano de juventud, amor,
Suspiro amargo de los días maduros,
No procuro, no sé cómo; es más, de ellos
Casi huyo lejos;
Casi solitario y extraño
A mi lugar natal,
Paso de mi vivir la primavera.
Este día que ya cede a la noche
Se suele festejar en nuestro pueblo.
Se oyen por el cielo las campanas,
Y frecuente disparo de escopetas
Que retumba a lo lejos de pueblo en pueblo.
Toda vestida de fiesta,
La juventud del lugar
Deja las casas y se esparce por las calles;
Y mira y es mirada y de corazón se alegra.
Yo, solitario, en esta
Remota parte, saliendo al campo,
Todo deleite y juego
Para otro día aplazo: y, mientras, la mirada
Tendida en el aire luminoso,
Me hiere el sol que entre lejanos montes,
Tras el día sereno,
Se disipa cayendo, y parece decir
Que la feliz juventud se aleja.
Tú, solitario pajarito, en la noche
Del vivir que te darán las estrellas,
Seguro de tu costumbre
No te dolerás, pues de naturaleza es fruto
Toda tu inclinación.
Yo, si el detestado
Umbral de la vejez
Evitar no consigo,
Cuando mis ojos callen al afecto de los otros,
Y el mundo vean vacío, y el día futuro,
Más enojoso y sombrío que el presente,
¿Qué pensaré de tal deseo?
¿Qué de estos años?, ¿qué de mí mismo?
¡Ay, me arrepentiré y, a menudo,
Desconsolado, me volveré atrás!