Página dedicada a mi madre, julio de 2020

[II.VIII] YENDO TAN LENTO

– Yendo tan lento, ¡qué desierta siento la tristeza! ¡Oh, cómo pesa, oh, cómo aprieta este abrigo negro! Abajo entre los escollos el mar apenas respira, dice glu glu, es un animal que duerme. Hasta que en el profundo negro horizonte, aquí y allí, veo las tranquilas estrellas, ¡tan lejanas y ajenas al dolor! Justo: ¡es otro mundo!, y enseguida me detengo y de toda pena me desvisto desmemoriado.

Mirando esta vaga leche de las nebulosas, ¡qué dulzura! Tan vaga, que te deshace; tan leve, que ya no tienes cuerpo.

Aquí, solo se puede mirar el pacífico estupor. Porque, ¿qué decir?, son señales sin parangón; estoy en el corazón de una profundidad sin nombre. No hay más que abismarse.

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