[II. X ] SI CORTAS LAS AMARRAS
– Si cortas las amarras, el viento te desliza: pero no sabes adónde.
– ¡Dondequiera!, ¡que el viento me arranque de la desesperación!
– Sin embargo, escrutándome en la oscuridad, ¡qué gemir, qué perdición! Sin embargo, buscándome en la piedad, me aprieto las manos contorsio-nadas, no sé a qué Dios le ruego que escuche en la imprevista ingenuidad.
– ¡No había luz en la opacidad! Doblé los barrotes de esta prisión; hacia la liberación rompió el alma con voracidad. ¡Mas puerto fue la nada!
– Ahora no tengo ya nada que tirar, estoy desnudo hasta el alma, solo soy una alma, entero estoy hecho de tristezas amargas, y de desaliento. Sin meta, y por desesperación, resisto en rebelión contra mí, pero la nada da miedo.
– (Señor, este roto cuerpo ya no me sostiene, no me consuela en los claros ojos la salud del mundo. Aquí yazgo, aquí lentamente me deshago gimiendo. Más allá del cuerpo, Señor, busqué tus puertas; abismo apagado en la destrucción de la muerte).
– Con nudillos sangrientos, al final de las gradas, golpeo angustiado la puerta de bronce; estoy perdido en la eternidad.
– Náufrago, me agarro a la desesperación; entero en tensión estoy invocando; – ¡de aquí, de aquí, de aquí a la eternidad!