NOVENA FUGA
(a dos voces)
Cielo que brilla tras el huracán
más terso;
niño que encuentra la materna mano,
que erraba perdido;
así me vuelvo, si de mí el dolor
apartan;
y la felicidad a tu corazón vuelve
y a tu rostro.
Mas queda en mí, como una sombra, un triste
cuidado.
Aun eso, créeme, aun eso, como todo
es pasajero.
No, que en mí podrá solo con la muerte
pasar;
así deberías tu humana suerte
amar aún más.
¿Los efímeros somos, y somos quienes
reciben
mayor gracia? Un beso mío te selle
ahora la boca.
¿Adónde, que más besos no me dabas,
huiste?
¿No soy la que en un tiempo tú amabas,
la cálida vida?
que más huye de quien más desesperado
la ama;
que en el pecho su garra te ha hundido
más lacerante;
que, en mí, sensualidad, amor ardiente
prodiga;
y si te quejas, ¡oh cuán dulcemente
el Eco responde!