LHASA
XXII
¡Tíbet!, si tuvieras un alma, – un alma sombría y de lama,
¡El espíritu cavernoso que reina en ti!
El espíritu que vaga y se debate, espíritu hembra y simbólico,
Esta alma…
Rogante y cálida de techos de oro puro que rezuman su sol metálico
O bien toda ahumada en fervor,
Numerosa, tibia, y encerrada, y toda fragancia mística,
Si conocieras la…
Sonora, y cantante con voz de hueso de muerto embocado en estos labios,
Oh soplo tubular,
Si te dignases a contemplarte en refugio que se grava…
Esta alma, encarnándose en alguien…
– Haz que sin rima ni respuesta, en el tumulto de la vida,
El hombre atento que dice esto,
Por hipótesis y por juego, por la secuencia…
Mi alma se haga tibetana.
.
XXIII
Revestirme de tu arquitectura; hacerme una de tus naves…
(Antaño habité catedrales,
Rogando de placer o de llantos, vistiendo la bóveda de cañón,
Vidriero de luces abismales.
Me hacía la gran morada que recubría al gentío ferviente
Era Nuestra-Señora-de los-Rumores.)
– ¡Tíbet piadoso!, medieval, o brotando del ruego,
País que se vuelca hacia atrás,
Así como una mirada trastornada o pestañas peinadas con reflejos
Rostro que huye de abajo arriba:
¡Voladizo a la inversa! Hueco trapezoidal:
¡Ventana que se sumerge en lo sólido!
Castillo levantado para resistir en su lógica inclinación:
¡Señor! ¡Nuestro-Señor-de-Razón!
No es ya pilar de fábrica, ni pilastra ni mascarada
Ni corazón templado en la oración:
Toda la masa que viene a contrarrestar tu fachada:
Un monte, solo, sostiene tu casa.
.
XXIV
Si yo no escribiera ni cantara en mi lengua tan francesa.
Cerniendo el grano d´oïl entre mis labios,
Si pudiera elegir entre todas las hablas del mundo de mil voces,
Si tomara la que toma quien va de París a Sèvres,
– Daría cien millones de sonidos elegantes y disertos
Para saborear tu ruda melodía…
Para tomar prestada tu alta habla, Tíbet, tus grandes voces en el desierto.
El chorro de tu ruda epifanía…
Tus juegos de palabras asonantadas: ¡un sonido!, un salto: palabras [de un solo tono…
Monosílabos aliterados
Como un té con manteca caliente y graso, vertido del jarro del marmitón
Corre bajo las lenguas alteradas
Como un rompimiento florecido color de lenguas y mantras
Que estos recitadores
Estos rudos caminantes del reposo, estos escaladores de las cimas…
Estos adivinos de mayor aventura
Cuando el cuerpo se relaja con la lengua, y se repone
Con palabras que escalan la aventura…
.
XXV
Lo he visto, ruborizándose, emocionado, con los ojos más bajos que [una niña,
Mientras Le hablaba de ÉL.
Habíamos intercambiado el chal de gasa…
Debajo, su mirada había brillado.
Estaba allí, con el hombro ambarino y desnudo bajo la gran capa monástica,
Me extrañó su emoción.
¡Qué decirle o hacerle a este muchacho más que divino, tan ascético,
A este Buda vivo ante mí!
Conmovía con su miedo, en su rostro y en sus palabras,
No se atrevía a responder ni a acogerme,
Pues yo sabía y sentía la muerte sobre él sin parábolas,
¡La muerte, regente de su Morir!
Y sin embargo era precisamente un Buda vivo en este mundo
Aquí abajo donde me extraviaba
Y habíamos hablado en vano de los renacimientos del más allá…
De sus vidas pasadas, de sus recuerdos;
Tenía miedo… Se encontraba perdido tan lejos…
¡Cuántos nacimientos en su cabeza!
.
XXVI
¡Noche de caza! Noche de bodas: aquí está conmigo, en retozos,
La virgen antílope ultramontana.
Bajo la alcoba inmensa de los picos; sobre la almohada del alto país,
Me tiendo con una esposa tibetana.
La tengo como al acecho: yo, el primero de sus maridos,
Pagando el precio más honorable.
La he recibido en un mercado de manos de su madre repugnante;
Necesito asegurarla de la mendiga:
– Está bien. Calla y no tengas miedo. No soy un diablo extranjero.
Te ofrezco lo que se usa
Entre mujer y hombre bien nacidos: lo llamamos azahar,
Toma, y pon, pues, buena cara.
Cabellos errantes, senos conmocionados, falda hundida en el viento cortante
Tomada y domada como un enjambre
Centauro mujer con pies humanos, déjate tomar por el ritmo ardiente,
Deja que la diosa dilatada
Tiemble en ti, y ahora que la roca cae o el agua se eleva,
¡Enciende toda la ciudad en calor!
.
XXVII
¡Seré de la fiesta!, ¡la fiesta solemne de Terrores y Alegrías!1
Fiesta en Lhasa: fiesta de Jokhang2
¡Catedral de oro humeante, cueva y caverna! Seré muy bien tu presa…
¡Fiesta en Jokhang y fiesta en el corazón!
¡He corrido la vía de Doring,3 he saludado el Potala!4 He corrido hasta donde [se acude:
Fiesta terrible y juego de manteca
¡Las flores esculpidas tibias fundiéndose! – ¡Las danzas de hachas tajantes!
Fiesta chorreando y divinos señuelos…
¡Estaré! ¡Me disolveré en estos cantos!, estalla mi cuello con los gruñidos [graves
¡Fiesta en lo hondo de fosas sordas!
Unos hombres cantan con sus bellas voces… el bronce estalla y se esparce
Fiesta que corre por los oídos
El sonido gigantesco del tubo tonante como un cañón prolongado
Fiesta vibrante en la materia
Estalla y grava y canta en voces: en la inmensidad de los truenos…
El sonido perforador disuelve los muros
El sacerdote está enardecido por el sonido cálido que canta y ruega
Me penetran la voz y el oro…
1. Ceremonia religiosa en la que el lama bendice a los fieles.
2. Jokhang: templo de Lhasa, el más importante del budismo tibetano.
3. Doring: estela situada ante la puerta principal del Jokhang que conmemora una victoria del Tíbet frente a China.
4. Potala: templo de Lhasa, residencia de los Dalai Lama.