XXVIII
¡Acepto el apólogo loco, y compartir la caída!
Dicen que el jefe de los lamas negros,1
Debiendo terminar su discordia con un Maestro-de-los-Saberes,2
Provocó la disputa:
Cuál de los dos, al subir más rápido a la cima del Gang Rimpoche…3
(Juzgaban inaccesible este monte).
Probaría así su poder, ganaría la mejor apuesta –
– Dicen que el budista, impasible,
Sin invocar, sin proferir, se mantenía tranquilo en su fe.
Dicen que su rival, encolerizado,
El pon-bo negro, de un solo impulso, balanceándose sobre los truenos,
Sobrepasó la cima.
El primero encantado en la meta… el primero en la meta… pero:
Dicen que enseguida se abatió
Volviendo a caer. Mientras al otro, sin pestañear, desdeñando toda escalera [o escabel,
Se le declaró vencedor.
Acepto subir allí arriba si en el Tiempo de las risas burlonas
Dicen que mi caída fue hermosa.
1. Naro Bon Chung, seguidor de la religión Bon del Tíbet, anterior al budismo.
2. Milarepa, importante figura del budismo tibetano, yogui y poeta, que vivió entre los siglos XI y XII.
3. Gang Rimpoche: otro nombre del monte Kailash.
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XXIX
¡Alabanza al vino! Estoy ebrio. El lama sabe beber y cantar con fruto,
¡Alabanza a la ebriedad del Espíritu!
El lama sabe beber, diciendo que ello hace que se gire más rápido [el «Om Mani»,1
El collar de oración2 en la punta de los dedos
Y que al final se ve más claro, y que, después de todo, estas bagatelas…
– A través del vino bebo la Palabra.
¡Vino de las alturas! Vértigo de las palabras, Mal infinito de las montañas,
Tíbet, me elevo hacia el ardor
Alabanza y gloria a los alimentos puros de los genios que irradian y golpean [los campos…
Estoy locamente ebrio… Soy diablo-Dios
Bailo más alto que la mirada sobre la cresta
Estoy despojado de todos mis sentidos
Viático que exalta el pensamiento, única necesidad de las alforjas
De quien sube alto y va lejos,
Ebriedades, ebriedad y alegría: con alguna planta o jugo que os suelte…
Todo sube como elevación
Hacia ti bailando perdido en tus cimas, Tíbet inmóvil en el aire…
Alabanza a todas las ebriedades
A los humos, a las esperanzas, a los deseos, a las más altas alegrías
¡A TI! ¡Único país vencedor de los cielos!
1. Om Mani Padme Hum es un mantra.
2. El collar de oración budista («japa mala» o «mala») es una suerte de rosario de 108 cuentas que se giran entre las yemas de los dedos mientras se repite un mantra o el nombre de una deidad.
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XXX1
¿Si algún día quiero ser lama?
– (Lama amarillo, lama rojo, ¿lama rojo o amarillo? Lama amarillo)-
Uno y otro gorro se llevan bien.
Estos dos colores son en verdad de lamas.
Uno y otro detentan todos los Bienes:
Ya sea en el mundo de los espíritus diabólicos,
O simplemente de los hombres políticos.
Uno y otro, opuestos, se prestan a veces los poderes,
Los dos bailan, bailan
En la espalda de los viejos lamas negros.
Es bueno saltar en cadencia;
Mejor que rogar en paz a cualquier buen Brahma
Si algún día debo ser lama.
¿Lama amarillo, lama rojo, lama amarillo o bien lama rojo?
Este rubicundo pretende ser el más antiguo
De los dos gorros recibidos entre los nuestros.
Es un mago ambulante y metafísico
Quien le hizo el tocado, dorado de padrenuestros.
En su séquito debo abandonarme,
Sin esperar escapar apenas a Todo-Su-Omni-Saber:
Pues ruega, ruega, ruega
En los límites de Manasarovar.2
Imposible, – ay – impedir
En mis labios su nombre sempiterno «¡Gran Santo Padma…!»
¡Si algún día llego a ser su lama!
¿Rojo? No. ¿Amarillo o rojo? Volvamos al amarillo: ¡Lama amarillo!
El prebendado, el único y espiritual.
Es en él en el que busco mis oráculos:
Pues es de él del que nace el Papa actual.
Veré pues este extraño milagro,
– ¡Roma y Lhasa en el mismo espectáculo!!! –
Las verdaderas Iglesias intercambiando sus haberes…
Las dos suenan, suenan
Por las nubes de las más altas esperanzas.
Inútil aquí que entone
El mismo canto al camino – mismo camino – de Damasco
Si algún día llego a ser Un Lama.
(Lama amarillo, lama rojo, – rojo, amarillo… ¿o negro?)
Heme aquí caído en la trampa nigromante.
Juglar de tus muertos, amante de tus gubias,
Vampiro erudito que reclama
Al médico en sus prácticas rojas:
Perdiéndome en los antros más inmundos.
Uno a otro, sacerdotes-testigos, se denigran todo haber
Pero los dos saltan, saltan
En la vida con gran desesperación.
Debo, pues, compartir el festín,
Revestirme de un muy magistral y macabro eccema
¡Si – horror – llegara a ser este lama!
(Lama verde, lama azul, lama gris o incluso:)
¡Gran lama revestido del barniz soberano!
Por el hábito se ve muy bien la impostura.
¡Que baile otro en estos retablos ambulantes!
Que el hombre se abra a toda la naturaleza,
Exhibiendo hacia arriba su flecha impura,
No entremos en el Jokhang de mis ojos.
Que todos los dioses besen, besen
En la tierra, en el más bajo de los cielos,
Que penetren muy a gusto:
Excepto el secreto de mi corazón, ni lo que amó,
Incluso si llegara a ser lama.
1. Secuencia creada como «danza religiosa», según el propio autor.
2. Manasarovar: lago sagrado del extremo oriental del Tíbet, próximo al monte Kailash, centro de peregrinación.
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XXXI
Pero ante todo juego de toda secta tornasolada
Que trae celo y solaz en sus colores,
Antes de que un solo hombre arroje en abigarradas gamas
El canto de arco iris de sus dolores,
Te celebrabas, monje puro,1 en una ronda plenaria,
Libre de la campanita y del gong;
Tu viento de antaño se esparcía sin deshilarse en las banderas de oraciones,
Tu voz se recogía para el salto.
Tus aguas – hoy arremolinadas por las oraciones mecánicas –
Caían musicales en el acorde;
Tu cielo, ahora batido por tantos dioses robustos que hacen sus ruedas [litúrgicas,
Planeaba isótropo en su vuelo.
Ante toda iglesia arisca, o roja, o amarilla epifanía,
Tu nombre se hacía su letanía:
Excesivo, Exaltador, Inhumano, Inhabitable, Masa de Gloria y Palacio [Abrumador,
Tu nombre – el verídico – ¿me atreveré?
Eras, sin color, tu propio Altísimo Lama de las Nieves,
Blanco.
1. Monje puro: se refiere al propio Tíbet.
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XXXII
Por las fuerzas visibles y no vistas, por las cañadas no respiradas
Te adoro, Tíbet, castillo del mundo
Por tus artes quizás escondidas, y el no-saber de tus altos lugares retirados
Te nombro y te digo mi Otro Mundo
Por tus poderes de inmensidad, acosados por el peso de la tierra y [los empujes
¡Te reconozco Masa de Gloria!
Por lo que aún ocultas, por la discreción sin boca ni voz de tus mares
Te venero en tu ofertorio
No eres el reino humano, ni ese divino paraíso tibio, maestro de horror
¡Te corono y te digo Infierno frío!
Por la lenta vida que corre de tus hielos y esos densos pliegues que caen [de lo alto
Te venero, oh, Soberano duro,
Has tallado tus propios dioses en forma de montes y de picos
Eres la cima continental
Que reúne las palabras mágicas, que corre de la lengua persa al cuerno [de la llanura manchú
Encanto y te entrego la demonía
Recibe mi… gran abnegación… en la fórmula extraña de la gran Apostasía
Digo: ¡matri moutri sala djou!
1. matri moutri sala djou: mantra de la compasión, de la tradición Bon.
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XXXIII
Es así, País de las Cimas, País de las Alturas, País de los montes,
Como tus lamas negros rojos o amarillos
Te han poblado de millares de dioses y de ellos mismos,
Te han transformado en una tierra ocupada, penetrada,
Por la oración.
¡Que los japamala1 giren, giren, giren,
Que las banderas ondeen,
Que los humos suban, suban, que se preparen los manjares, que los labios [batan, que los Influjos de lo alto se mezclen!…
No he querido ocuparme de estos debates, pero como un sabio, sopesando [tu masa en mi palma,
Ciñéndote, rodeándote, tras reflexionar perplejo sobre tus diversos [evangelios…
Con tus nieves, tus Alturas, tus valles, tu peso, tu poder espiritual…
Tu majestuoso poder y tus inmensas fuerzas potenciales
Suspendidas arriba, entre Cielo y Llanura, entre lo inaccesible y la Bajura,
He querido, país de Bod, cantarte en mi ebriedad,
Así como la torre de agua, la fortaleza, el castillo del alma exaltada,2
Eterna, – en su desesperación, – y como tus cimas, – soberana.
1. japamala: véase nota 2 de la secuencia XXIX.
2. «castillo del alma exaltada«: el poeta recoge así una imagen de Teresa de Ávila.